lunes, 15 de abril de 2013

Malvinas, opinión.


Por Constanza Khairallah
JUPROFE

Ese 2 de abril, el apoyo a la recuperación de las islas Malvinas fue un sentimiento genuino (utilizado por la dictadura) de la sociedad argentina. Las primeras reacciones resultaron un despliegue de nacionalismo emocional y acrítico por parte de los diversos sectores.

La mayor parte del espectro político y social, desde la derecha hasta la izquierda apoyó la “recuperación”: por fin las fuerzas armadas comprendían su misión patriótica y nacional, la ciudadanía compartía el entusiasmo por la misma causa.

Del régimen militar devino una sociedad superflua, imposibilitada de analizar las distintas aristas de la situación, entonces, lo que vino después: el regreso, la posguerra, estuvo determinado por la indiferencia de una sociedad traumada por su irreflexivo apoyo a la dictadura y el silencio y olvido impuesto por los militares.

La indiferencia social posterior al conflicto contrastó con el fervor que el 2 de abril de 1982 generó el anuncio de la recuperación de las islas Malvinas, ese día la plaza de Mayo teñida de celeste y blanco, se colmó de miles de ciudadanos comunes, entre los que también se encontraban dirigentes políticos y sindicales, que días antes habían sido reprimidos brutalmente por el gobierno militar, la sociedad argentina estaba atravesada por un pensamiento binario.

La finalización de la guerra dejó en el país un grueso número de argentinos a los que bien podríamos llamar  “los olvidados”, olvidados por el Estado y lo que aún es peor, por la sociedad, hecho que se evidencia en los silencios y la indiferencia que se le da al tema.
La comprensión y el ejercicio de la interpretación son mucho más que un procedimiento en el marco de sociedades con diversificación creciente, pluralistas, con mayor o menor integración cultural.

Hoy encontramos símbolos, prácticas sociales, pero lo que más sorprende son los actos del 2 de abril de cada año, que apenas pueden romper con la apacible vida cotidiana, imponiendo un silencio, casi un olvido, que responde a borrar los hechos y procesos del pasado.

Por eso, como ciudadanos que hemos vivido y escuchado sobre aquel padecimiento que quedó inscripto en el inconsciente de cada uno de nosotros, tenemos el deber de seguir sosteniendo el recuerdo de quienes lucharon por nuestra patria, y aún hoy lo siguen haciendo en cada acto de conmemoración, en cada simple acto de la vida cotidiana,  y también como sociedad tenemos el deber de unirnos para que aquellas luchas que tantas vidas se llevaron, no hayan sido en vano, sino que sigan estando en nuestra memoria para ser recordadas cada año, para así reafirmar nuestra identidad como lo que siempre fuimos y seremos, el pueblo argentino.


 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Gracias por comprometerte con un país mejor! Nosotros estamos trabajando para eso junto a Diego Santilli.