martes, 1 de septiembre de 2009

Gripe A: pandemia letal o manipulación mediática. Por Julián Leone

Nadie pone en tela de juicio lo fatal que puede ser subestimar esta temible pandemia para el conjunto de la población, con el agravante de poder matar a los que se suponen menos vulnerables (gente joven de entre 20 y 50 años), ni tampoco discrepamos con la idea de su diferencia con una gripe normal. Estamos por demás de acuerdo con las actuaciones llevadas a cabo, pero la información no fue suficientemente provechosa por ser tardía y las advertencias sobre cómo cuidarnos tampoco. Quizás la contrariedad se plantea cuando comenzamos a ver detrás de tanta información un pequeño negocio que se monta ante la desesperación del ciudadano común. El alcohol en gel un 80% más caro de lo que podíamos conseguirlo hasta hace poco, el barbijo transformado en protagonista a la hora de observar cualquier conglomerado o amontonamiento de personas, y hasta el desconocido Tamiflú son algunas características que evidencian lo dicho anteriormente. Sin embargo, se debe (o debería) poder diferenciar entre la toma de precauciones ante una situación atípica y la gestación de una psicosis colectiva, tomando en este caso el rol principal los medios de prensa y difusión.

Quizás el título de este artículo haya sido erróneo ya que esta pandemia resulte ser un cóctel de ambas, y no necesariamente haya que elegir entre alguna de ellas. Lo cierto es que una vez más se pone en evidencia la capacidad de la prensa para informar pero también, si así lo quieren, manipular a la población. Vuelvo a insistir que no es mi intención minimizar el problema, pero ¿usted a qué conclusión llega tras observar un noticiero y ver justo debajo de la temperatura un cartelito de color llamativo (no vaya a ser que pase inadvertido) con la actualización al instante del número de muertes ocasionados por la pandemia? Este es un simple ejemplo, al lado de los constantes debates y charlas sobre la enfermedad, que a diario inundan las pantallas de nuestros televisores, radios o periódicos. No es mi propósito en estas líneas plagiar a otros autores, pero está claro y con este tema queda demostrado por qué son el cuarto poder, y hasta quizás comprobar quien es el más influyente de los cuatro. Si bien el hecho de informar sobre el tema es la principal herramienta para poder evitar y/o lamentar consecuencias, sobredimensionarlo puede llegar a ser desacertado y contraproducente.

Pero atención, los méritos no se los debe llevar solamente la prensa. No sería justo. Más allá de utilizar hasta el hartazgo el problema que hoy nos aqueja para conseguir la portada más espectacular del día, vale la pena recordar que no son los únicos que obtienen una gran tajada en esta situación. ¿Tan poca memoria tenemos los argentinos? ¿Acaso ya nadie recuerda al famoso dengue? ¿Y la crisis? A esta quizás la recordamos a diario un poco más ya que repercutió un poco en nuestros bolsillos. Pero en cuanto al primero, que fácil fue camuflar y hasta ocultar los números de una epidemia con causas sociales tan humillantes y vergonzantes como ser la pobreza en que se encuentra inmersa gran parte de los habitantes del país, en especial los del interior. Por supuesto que mientras el problema era de ellos la información que nos llegaba era poca y fugaz pero cuando comenzamos a sentir el problema en carne propia, donde al parecer nos iba a tocar a “todos”, comenzó una catarata de información que hizo que vaciáramos hasta la taza del perro. De todos modos, esta “bendita” gripe hoy, como el dengue ayer, parece que sirvió de pantalla para sacarle “las papas del fuego” a más de un gobernante responsable del deterioro social de gran parte de nuestra población, pudiendo aducir mañana tal vez cual pretexto, que esta nueva gripe es un mal importado que nos vino del Norte en el cual nada nosotros (ni ellos por supuesto) tenemos que ver.

No es nuestra intención ser reiterativos. Llamamos a extremar los recaudos para evitar esta extraña gripe. Sin embargo, creemos que hay una gran brecha entre prevención y pánico. No debemos permitir ser aterrados por quienes lucran o buscan sacar un provecho de la enfermedad. Nunca olvidemos que es el miedo lo que hace esclavos a los hombres.

Por Julián Leone para Boletín Juventud Proyección Federal.

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